El imprescindible rol de las fundaciones ante la crisis climática. El caso de España
		Este artículo ha sido publicado originalmente en el blog de Philea.
El evento meteorológico que hemos sufrido en España a finales de octubre, y que dejó más de 220 víctimas mortales, ha revelado, entre muchos otros aprendizajes, que el trabajo que desarrollan las fundaciones es fundamental para el éxito de las políticas climáticas. La clave está en impulsar las conexiones entre actores diversos.
Xosé Ramil, coordinador de Fundaciones por el Clima
2024 ha finalizado con la noticia que ya imaginábamos y temíamos: La temperatura media global ha superado los 1,5º de aumento sobre la etapa anterior a la revolución industrial, incluso en la zona del ártico ha alcanzado los 4º de aumento.
La preocupación es cada vez mayor, incluso entre los más escépticos. El informe que periódicamente publica el Foro Económico Mundial sobre los riesgos globales para la economía, basado en una encuesta a 900 expertos de diversos países, sitúa en el primer puesto la desinformación en el corto plazo -dos años- y los eventos climáticos extremos en el largo plazo -10 años (World Economic Forum Global Risks. Perception Survey 2024-2025).
De ambos riesgos hemos aprendido mucho en España en los últimos meses. Entre el 28 de octubre y el 2 de noviembre del pasado año, sufrimos uno de los fenómenos meteorológicos más devastadores de la historia del país, con 224 víctimas mortales confirmadas, y zonas amplias arrasadas que, hoy en día, siguen luchando por recuperarse. Al mismo tiempo, los bulos y la desinformación comenzaron a trabajar como suelen hacerlo en momentos de crisis y aprovechando el shock social, pero afortunadamente España mantiene una alta conciencia con respecto al cambio climático, y un amplio porcentaje de la población lo sigue considerando un problema urgente y prioritario.

Sólo cuatro días antes de esta crisis, el 24 de octubre, Día Internacional Contra el Cambio Climático, celebrábamos en Madrid el primer encuentro con las 290 fundaciones firmantes del pacto de Fundaciones por el Clima -el compromiso climático promovido por la Asociación Española de Fundaciones-. En este evento presentamos los resultados de la primera encuesta a las fundaciones firmantes sobre los avances en el cumplimiento del pacto -alineado con informes similares de la red internacional de Philanthropy for Climate. La gran mayoría de estas fundaciones consideran que han avanzado en la inclusión del cambio climático en la entidad en los últimos años, aunque el paso a la acción parece ir más lento, apenas el 30% han comenzado, por ejemplo, a medir su huella de carbono (Informe de Fundaciones por el Clima 2024).
Por ello en este evento acordamos incluir en 2025 cinco compromisos concretos alineados con el Pacto Verde Europeo: Contar con unos objetivos públicos de mitigación y adaptación al cambio climático; garantizar que las actividades tengan en cuenta el objetivo de lograr la neutralidad de emisiones para 2050; medir y reducir de huella de carbono; realizar una rendición de cuentas anual; y, en el caso de fundaciones corporativas, la empresa o entidad fundadora deberá también cumplir los criterios anteriores.
Además, también incluimos en la introducción del pacto un texto que haga referencia de forma más explícita a la transición ecológica y justa, y el rol que las fundaciones pueden desempeñar en esta transición: “El sector fundacional sumará sus esfuerzos hacia una transición ecológica que considere el impacto social diferencial, y genere inclusión y oportunidades para todas las personas, incluidos aquellos grupos más vulnerables como las personas mayores, la infancia, o las personas con discapacidad, las situaciones de pobreza o migración, entre otros, considerando asimismo la igualdad de género”.
Cuatro días después, la DANA puso a prueba el papel que las fundaciones pueden tener en estas crisis. La Fundación Comunitaria Horta Sud, que trabaja en una zona de Valencia en la que más de 250.000 personas se vieron afectadas por este evento meteorológico, rápidamente demostró su capacidad para coordinar recursos gracias al conocimiento del tejido social, económico y político que tiene de esa comarca. Pero, sobre todo, mostró la importancia, en estas crisis, de reconstruir el tejido social y las redes comunitarias, tan esenciales como la propia reconstrucción de las infraestructuras y servicios públicos. Sólo el conocimiento del tejido social y de las relaciones entre entidades por parte de la Fundación Horta Sud desarrollado durante décadas explica que la fundación alcanzase, en una campaña de captación de fondos en poco más de dos meses, más de 850.000 euros.
Este ejemplo nos muestra que las fundaciones, ya sean filantrópicas o que trabajen directamente con la población, pueden desempeñar una función que pocas otras entidades están en condiciones de hacerlo: Promover conexiones y generar contextos en un determinado territorio o sector para llevar a cabo cambios sistémicos, y no solo en momentos de crisis.
Durante demasiado tiempo hemos pensado de forma lineal, identificando necesidades o problemas, diseñando proyectos que responden a esas necesidades y aplicando soluciones medibles. Pero la complejidad de los retos que tenemos que abordar no son lineales, de ahí que solo el pensamiento en red, que pone el foco en las relaciones y en la inteligencia colectiva puedan responder a la complejidad que supone abordar el cambio climático y la pérdida de biodiversidad. Afortunadamente cada vez contamos con más fundaciones que ya están trabajando con este enfoque. Por eso, desde Fundaciones por el Clima concebimos los compromisos climáticos de Philanthropy for Climate -firmado en la actualidad por 819 fundaciones- como una oportunidad para desarrollar plataformas de fundaciones, y establecer así redes y alianzas que nos sirvan para innovar y cambiar la forma de abordar la crisis climática.
