Necesitamos más filantropía climática
Hacer frente a la crisis climática, un reto tan enorme como complejo, requiere de un esfuerzo global y consensueado de todos los tipos de financiación disponibles: pública, privada, social y, por supuesto, filantrópica. Y es urgente que se incremente el porcentaje de todos ellos en aportación climática.
La pasada semana, el diario ABC recordaba que sólo el 2% de las donaciones mundiales se destina a la lucha contra el cambio climático, citando un informe de la Fundación ClimateWorks.
Es cierto que este informe señala un aumento considerable de estas donaciones en los últimos años, concretamente un 25% entre 2020 y 2021. Pero el ritmo de crecimiento no es suficiente para el reto que tenemos ya aquí, una crisis climática que hasta hace poco se mencionaba en tiempo futuro, y que ahora ya es presente.
Otro dato relevante del informe de ClimateWorks es que ese incremento viene esencialmente de nuevos donantes. Por ello necesitaremos convencer también a los donantes tradicionales, especialmente para recordar que filantropía climática no significa sólo financiar más proyectos medioambientales, sino anticipar cómo afectará el cambio climático en los diferentes ámbitos en los que trabajamos y a los que destinamos nuestras donaciones.
En definitiva, el objetivo es incorporar el cambio climático como eje transversal de nuestras fundaciones, sea cual sea el ámbito en el que actuamos.
La filantropía climática también implica imaginación de nuevas formas de financiación, por ejemplo en forma de alianzas, un ámbito en el que deberemos trabajar de ahora en adelante, porque de lo que se trata es de abordar un reto para el que solo es posible hacerlo entre todos y todas.